Los toques manuales en el campanario de la Catedral de Segorbe que actualmente llevan a cabo los campaneros se dividen en dos grandes grupos: volteos y repiques. Los volteos son cuando las campanas suenan debido a que se hacen girar sobre su eje; en los repiques las campanas permanecen en reposo y suenan al golpearlas con los badajos, que son accionados por cuerdas desde el centro de la sala de campanas.
En un volteo, se comienza levantando la campana y haciéndola girar desde su situación de reposo (boca abajo). Si la campana es grande participan en él dos campaneros: uno de ellos lleva la cuerda y otro ayuda de cabezal de madera o yugo. La cuerda está atada a la pértiga, un hierro que sale perpendicular del eje de la campana. Al tirar de la cuerda, la campana empieza a oscilar sobre su eje. El campanero a la madera ayuda empujando del bronce. Cuando se consigue que la campana dé la vuelta completa, el campanero a la madera continúa ayudando y dándole vueltas a la campana. Mientras tanto, el campanero de la cuerda enrolla la cuerda entre el eje y la pértiga. Cuando la cuerda está totalmente enrollada, el campanero en la cuerda comienza a tirar y desenrollarla, cambiando el sentido del giro. Cuando la cuerda se desenrolla completamente, comienza a enrollarse en otro sentido, ayudada por el campanero al cabezal. Cuando ya se ha estado un tiempo volteando la campana, se detiene la campana. Este proceso se conoce como un vuelo. Un volteo suele constar de tres vuelos.
Cuando se ha decidido detener la campana, si se prevé volver a tocar esa campana, se detiene boca arriba, en posición de equilibrio inestable. Esto es debido a que el bronce pesa más que el cabezal de madera (alrededor de un tercio) y, si se queda boca arriba, al soltar la campana ella misma ya se pone a girar por inercia, disminuyendo el trabajo que hay que hacer para ponerla a voltear. Para mantenerla en esa posición inestable, se inserta una horquilla entre la pared del campanario y los tornillos de los herrajes del yugo. La campana se mantiene en pie por su propio desequilibrio. Si se retira la horquilla, la campana cae por su propio peso.
A partir de este momento, se suceden los siguientes vuelos. Si los volteos son cortos se procede con la cuerda como se ha explicado anteriormente: enrollando y desenrollando sucesivamente la cuerda con un campanero ayudando a la madera. Si el volteo es largo (como, por ejemplo, una procesión), se suele atar la cuerda enrollada a la madera y los siguientes vuelos se hace con los dos campaneros moviendo la campana solo desde la madera. De esa forma se tiene mayor control de la campana, y permite toques más precisos, como por ejemplo dúos o combinados.
Un pino es cuando se voltea una campana sola en el transcurso de un acto, volteo o procesión.
Cuando tiene lugar el último vuelo, se desata la cuerda caso de que estuviera atada y, cuando se decide terminar el vuelo, se desenrolla la cuerda y no se vuelve a enrollar, dejando la campana oscilando sobre su eje y sonando. A esto se le conoce como bandear o bandeo. Si este vuelo se decide que se haga muy corto, por ejemplo por motivos de tiempo, se desenrolla únicamente la cuerda y se dejan bandeando. A esto se le conoce como dejarlas caer.
En los repiques, se enganchan cuerdas a los badajos de las campanas (4 ó 5) y se van tocando siguiendo una secuencia o melodía que es el objeto del repique. Los repiques tienen lugar en los coros de primera o en Todos los Santos. Un dran es un toque de dos o tres campanas a la vez, sobre todo de las más grandes.
Existe una prolija descripción de los toques manuales en el campanario de la Catedral de Segorbe en el documento de Andrés Ibáñez Castañer, el campanero, «Las campanas de la Santa Iglesia Catedral de Segorbe«, publicado en las Actas del I Congreso de Campaneros de Europa, que tuvo lugar en Segorbe en diciembre de 1991.