La orografía misma del terreno marca y condiciona el desarrollo de la ciudad en torno a dos núcleos fundamentales, con expansión posterior hacia el llano. Ante todo, el monte y castillo de la Estrella, lugar del primitivo asentamiento ibérico, posteriormente castillo y alcázar. Su recinto exterior queda marcado en parte por el paseo de Sopeña. La zona recayente a éste es abrupta y no lleva construcciones en su ladera. Hacia el mediodía y el poniente, la población se extiende, limitada hasta finales del medievo por el recinto amurallado. En su interior se desarrolla en compleja trama de plazas, placetas y calles estrechas, tortuosas y empinadas, sin sentido claro o definido.
Hitos de este recinto interior fueron tres plazas: la Plaza de los Jurados o Almudín, antiguamente porticada, que se halla cercana a una de las puertas de la ciudad y a la catedral; la plaza del Angel y la plaza de las Monjas. Una segunda fase de expansión de esta zona, pero extramuros, está marcada por las iglesias de San Pedro y la Sangre, hoy desaparecida, que dio lugar un barrio nuevo, el arrabal de San Pedro con la plaza de la Cueva Santa, extendiéndose al este y nordeste en una serie de callejuelas, entre las que se cuenta con alguna de las más características y bellas de la población. El antiguo camino real, carretera de Aragón y Valencia, discurre extramuros, rodeando en parte la muralla y alejándose de ella y del primitivo núcleo a la altura de la catedral que dio lugar a otra fase de expansión.
El otro núcleo de población, el arrabal de San Blas, se extiende en la ladera del monte de este nombre, en sentido semicircular, buscando el acercamiento de la muralla y unión con el primitivo a través de la zona más amplia y baja entre las dos laderas. Con el tiempo surgió aquí otro foco importante en torno a la plaza configurada por el palacio ducal, actualmente Ayuntamiento de la ciudad. El más característico nexo de unión entre ambos núcleos es el acueducto, gótico en su actual estructura y que discurre en parte sobre la muralla. En el siglo XVII se establecen en la ronda exterior de la muralla a la vera del camino real, los dominicos, que fundan el convento y colegio de San Pablo, y los jesuitas, con su colegio, hoy seminario. En la parte alta de la población, en la muralla misma, se establecieron los mercedarios.